THE COMPLEXITIES OF PARENTING IN A WORLD OF HIGH EXPECTATIONS

LAS COMPLEJIDADES DE LA CRIANZA EN UN MUNDO DE ALTAS EXPECTATIVAS

Mientras estoy sentada aquí, después de haber terminado de ver la película de Netflix “La guía para la familia perfecta”, no puedo evitar sentir una ola de emociones encontradas, que probablemente proviene de mis experiencias personales y profesionales, como madre y como doula de parto y posparto.

La película destaca las dificultades de la crianza en una sociedad que impone altas expectativas (sin hablar de la "presencia" en redes sociales) tanto a padres como a hijos, y me dejó con una extraña sensación de sorpresa, aunque no del todo. Entre reflexiones sobre lo difícil que puede ser la crianza y cómo todos, como adultos, estamos, de alguna manera, arruinados por nuestra propia crianza.

Criar hijos se ha convertido en un viaje de culpa y presión, donde padres, quienes quizá no se han realizado plenamente, ahora son responsables de criar hijos abrumados. Estos niños, agobiados por la necesidad de ser perfectos, luchan por satisfacer las expectativas de sus padres, sus amigos y el mundo, mientras intentan encontrarse a sí mismos y su propósito en una sociedad que, a pesar de ser etiquetada como libre, se ha vuelto esclava de enfermedades físicas y emocionales.

Es un círculo vicioso en el que todos parecemos estar atrapados. Como padres, debemos reconocer la importancia de dejar que nuestros hijos sean promedio, permitiéndoles soñar, intentarlo y, sobre todo, fracasar. Es a través de estas experiencias que aprenden, crecen y crean recuerdos. Es importante dejarlos ser felices y no medir nuestro éxito como padres por sus éxitos individuales. En cambio, deberíamos preguntarles qué significa el éxito para ellos y apoyarlos en su camino hacia él.

En conclusión, ser padres no es una tarea fácil y las complejidades de nuestro mundo moderno solo aumentan el desafío.

Al esforzarnos por criar a nuestros hijos, es importante recordar que todos tenemos nuestras propias dificultades, y eso está bien. Necesitamos apoyarnos mutuamente y permitirnos, tanto a nosotros mismos como a nuestros hijos, ser imperfectos, cometer errores y aprender de ellos.

Sólo entonces podremos sentirnos verdaderamente seguros de afrontar el viaje de la crianza de los hijos y todos los altibajos que conlleva.
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